Mansión de Bella y Damrod

Me vuelvo y me acerco a su lado.

- Descansa, aún es temprano, siento haberte despertado... - Dije susurrando y de nuevo me dispuse a irme.

- No muy bien - contesté - sobretodo al volver de noche...

- Intentaron emboscarme algunos soldados de un reino cercano - dije recordando la situación - pero por suerte, la profundidad de la noche no era una ventaja para ellos, sino para mí. - Sonreí. - ¿Que tal has dormido?

- Viva - respondí - que es lo que cuenta, lleva mi sangre, en un día sanará. ¿Por qué no has dormido demasiado bien, ha pasado algo?

- Te he traído café - dije señalando a la mesilla. - Voy a mi habitación, a curar una de las heridas que tengo, que no me gusta nada.

Subo a mi habitación y empiezo a curar mis heridas. Me quito la camiseta, la cual estaba manchada de sangre por detrás, que aprovechandome de la oscuridad, conseguí que Bella no la viese.

Me curé la herida que tenía en la espalda, una herida profunda donde minutos antes tenía una flecha incrustada. Salió un líquido verde de la herida así que deduje que la flecha estaba envenenada. Intenté sacar todo el veneno y me dispuse a coser la herida.

Al ser en la espalda y a la altura del hombro, no pude coserla bien, así que bajé a pedirle ayuda a Bella.

Había perdido mucha sangre, y antes de eso había transferido bastante a mi hermana, por lo que estaba débil, mareado, apenas podía andar, bajé hacia la habitación de Bella y al bajar las escaleras de la torre donde estaba mi habitación perdí el equilibrio y caí rodando hasta abajo.

<<Porqué no pondría un ascensor>> - pensé mientras me levantaba.

Seguí avanzando por el pasillo dando tumbos, hasta que llegué a la puerta. Llamé suavemente y mientras esperaba que Bella respondiese, saqué de mi bolsillo los utensilios. Hilo, agujas y unas tenazas pequeñas.

Me di la vuelta para que viese el agujero que hizo la flecha - ¿Te importaría coserlo? Yo no llego.

- No quisiera manchartela de sangre - contesté sonriendo

- Está bien - Me tumbé en la cama boca abajo.

- ¿Que pasa? - pregunté - Claro que está desinfectada.

- No se como me las apaño que siempre me dan en el mismo lado... Voy a tener que ponerme una cremallera - Bromeé mirando como preparaba las cosas.

Cuando llegó a un punto, el cuerpo saltó de improvisto clavando la aguja aún más. Grité un poco y entre el dolor conseguí decir:

- Creo que has tocado un nervio.

- No quise alarmarte - respondí - Tengo una buena apertura, pero podría curarla si no es por que no llego con ambas manos a la vez.